Cientos de miles de trabajadores migrantes han comenzado el largo viaje a pie para regresar a su casa. La cuarentena más grande del mundo los ha dejado sin hogar y sin trabajo. Más de una docena de personas han muerto en una de las migraciones más grandes de la historia de India.
La crisis sanitaria por el coronavirus ha despertado las peores barbaridades del capitalismo en distintos niveles. El Gobierno del primer ministro nacionalista hindú Narendra Modi no quiere quedarse por detrás, dictando la cuarentena más grande del mundo a los 1.300 millones de indios. El país alcanza altos niveles de hacinamiento, pobreza y las peores condiciones sanitarias, con 500 millones de personas sin seguro médico y un sistema de salud deficiente.
En India migran al menos 45 millones de personas por año desde el campo a las ciudades a trabajar. La enorme mayoría se dedica a trabajos precarios e informales. La construcción absorbe una gran cantidad y muchos viven en las obras. Con la cuarentena, el cierre repentino miles de empresas ha cambiado las vidas de millones de trabajadores migrantes en las ciudades indias.
Las empresas cerraron sus puertas dejando a los trabajadores sin empleo, sin hogar, sin comida y sin dinero. Tras este abandono, los trabajadores migrantes comenzaron una odisea caminando cientos de kilometros hacia sus casas. En los pasos fronterizos -como entre Dehli y Ulan Pradesh – la policía los esperaba con gases lacrimógenos y bastones.
El Gobierno de Modi apenas propuso algunas medidas mínimas para paliar la cuarentena. Con respecto a los migrantes, no tuvo ningún plan que contemple esta situación de precariedad extrema para contener a los migrantes en condiciones óptimas en las ciudades, o para regresarlos a sus provincias con la atención médica adecuada. Por el contrario, se los bañó literalmente con desinfectante tal como bestias.
En la India hay una cantidad enorme de población sin hogar, una de las más grandes del mundo. La mayoría no maneja la información sobre el coronavirus hasta que la policía los reprime para salir de las calles, mientras luchan por sobrevivir al hambre.
Las cocinas de sopa en Delhi, la capital, se han visto desbordadas. Los refugios y comedores populares están abrumados. Las instituciones religiosas, que normalmente alimentan a las personas sin hogar, están cerradas; y los trabajadores humanitarios de ONGs advierten que la situación puede empeorar en violencia si las personas continúan sin comida.
Millones viven en barrios marginales, donde hasta 8 personas están hacinadas en un misma habitación, lo cuál vuelve tóxico al aire. Por esto es que en lugares abarrotados y empobrecidos como India, se esperan que las medidas puedan provocar protestas sociales.
Los trabajadores migrantes han estado protestando por la situación a la que los arrastra la cuarentena total en la India. El sábado, miles de personas salieron a las calles en el estado sureño de Kerala, diciendo que no habían comido en días. A pesar de que la Policía los instó a la dispersión por el virus, ignoraron las órdenes. Sólo uno de los 36 gobiernos estatales y territoriales de la India, Uttar Pradesh, había hecho arreglos para llevar a los migrantes a sus hogares con 1.000 autobuses que no eran suficientes, ya que la mayoría se quedó afuera. Mientras, el Gobierno volvió a reiterar el domingo la prohibición de viajes interestatales, ordenando a los migrantes que se queden donde están.
El jueves pasado, Modi anunció un paquete de ayuda de 22.5 mil millones de dólares para los millones que quedaron desempleados por la cuarentena. Sin embargo, no está claro cuánto ayudará eso a los migrantes y a otros en la enorme fuerza de trabajo extraoficial de la India. Se estima que el 80% de los 470 millones de trabajadores de la India trabaja en condiciones precarias y sin registrar, por lo que probablemente tengan grandes problemas para acceder a los paquetes de ayuda que incluye dinero en efectivo y alimentos. Los datos laborales nacionales omiten a muchos trabajadores migrantes, ya que la mayoría no tiene domicilio o muchos están excluidos de la ciudadanía como la población musulmana que viene protestando desde hace meses. Incluso, a pesar de la cuarentena local, este 18 de marzo una movilización de mujeres salió a las calles contra la nueva Ley de Ciudadanía.
No sólo en India los efectos de las medidas draconianas, como las de Modi, golpean a las poblaciones más vulnerables. Tailandia, cuya industria textil depende directamente de la economía de China, ha dejado automáticamente a cientos de miles de trabajadores migrantes de Myanmar – uno de los países más pobres del mundo- sin trabajo y sin poder volver a su país luchando por comer o encontrar refugio, mientras son castigados por ello.
La crisis sanitaria mundial por el coronavirus no deja de exponer las barbaridades del sistema capitalista que no le tiembla el pulso para dejar a millones de personas en el desamparo total. La situación desesperante de los trabajadores migrantes en varios rincones del globo, dejó claro que el hambre ha superado al virus.
Por Salvador Soler
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